lunes, 16 de febrero de 2009

jugar con fuego

Series, patrañas y cosas varias en televisioón. Lo último: aprender cómo matar a una persona de un solo toque.

El golpe del legionario. Mientras enseñan una maqueta de un cuerpo humano a escala real hecha por un artesano especializado en autopsias (o así le presentan por lo menos), otro especialista lleno de gozo expresa su satisfacción por poder explicar por fin en televisión algo tan importante: cómo matar a alguien de un golpe en el cuello. Lo dice mientras repite una y otra vez el movimiento sobre el cuello del cuerpo de goma. El artesano va retirando las capas que imitan la piel y el músculo humanos y el especialista aprovecha para, mientras repite incesantemente el susodicho golpe, partir el cuello del muñecajo.

Veo poco la televisión y suelo arrepentirme cuando le dedico algo de tiempo. Este programa, en cualquier caso, ha superado mis peores espectativas.

Me parece indignante tanto cinismo. Que, mientras que en los medios de comunicación no se informa de los suicidios para que no se produzca el "efecto imitación"- cosa que respeto- , se dedican horas en televisión (no sólo) a relatar por activa y por pasiva los detalles más escabrosos de asesinatos, incluso cuando han ocurrido en las últimas semanas, sin ni siquiera entrar a valorar lo que eso supone para los allegados de víctima y verdugo. ¿Acaso eso no da ideas? ¿Es que sólo se provoca la imitación en el caso de los suicidas?

¿Acaso es normal que tenga que escuchar en Cuarto Milenio una idea tan monstruosa como que es "importantísimo" conocer cómo matar a alguien? Ocurrió en este programa, pero cosas así las vemos continuamente en reportajes y mini series. Da que pensar.

lunes, 9 de febrero de 2009

un largo camino


Vuelvo a comenzar el camino, pero esta vez se presenta más apacible. No es llano, que va. Por delante sólo veo montañas y bosques cerrados. Pero sé que al otro lado no está el abismo. Sé cuál es la dirección que tomo. Eso no es poco.

viernes, 6 de febrero de 2009

cuando aprendí a leer

No me enseñaron a hacerlo entre líneas. Será por eso que cometo tantos errores cuando escribo. Por eso, también, pongo punto y seguido cuando debería ser punto y aparte. Y coloco un punto y aparte donde debería haber puesto, primero, una gran interrogación.